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Perogordo, cuya existencia a través de los siglos ha sido muy tranquila, despejada, natural, casi en el olvido... como la de un anacoreta en plena llanura, lleva una temporada muy agitada.

Demasiado.

El AVE roza un costado en el pueblo, pero no para.

No tiene apeadero.

Es demasiado importante y lleva demasiada prisa.

A Perogordo le están cuadriculando los horizontes.

Entre la carretera de circunvalación SG-20 y los puentes del AVE y otras instalaciones en su término, han transformado completamente los horizontes tradicionales.

Esta imagen está tomada desde el puente de la antigua vía de tren, convertida ahora en vía verde.

Los restos de la Venta Guedán y la catedral como vigía.

La mole de hormigón cobra su verdadera dimensión cuando te sitúas debajo.

Estremece.

A la izquierda, un grupo de ciclistas y el Cerro del Trigo, en el término del hermano Torredondo.

Una vez que hemos asimilado el entorno, si es que esto se puede asimilar, continuamos en bici por esta agradable y acertada vía.

Y nos encontramos con una panorámica muy gratificante:

parece que dentro no han tocado nada.

Menos mal.

La entrada procedente del viejo Camino Real de Ávila, desde Segovia, es más tranquila y apacible.

Se entra por la Calle Real.

Este es el inicio del pueblo si vienes desde Madrona o desde la N-110.

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